Liderazgo, poder e influencia
Existe una tendencia entre los especialistas en temas de liderazgo de resaltar la capacidad creativa como la condición necesaria y suficiente para el ejercicio de esta habilidad. El liderazgo está directamente relacionado con lo que uno es, con lo que uno puede hacer, con nuestras capacidades y nuestro carácter. Hablar de liderazgo es hablar de poder y hablar de poder nos lleva a hablar de influencia.
Ante cada situación de relación interpersonal, tomamos una decisión en cuanto a nuestro poder, a nuestra influencia y a nuestro liderazgo.
Existen tres formas de ejercicio del poder:
- Poder coercitivo: Que utilizamos cuando tenemos miedo de que las cosas no funcionen, de que no cumpliremos con las fechas programadas, o cuando creemos que los demás no van a responder. Se trata de ejercer el poder que tenemos de hacerle algo a alguien: castigar a nuestros hijos, despedir a nuestro empleado, no cooperar con nuestro colega de trabajo, etc. Es el poder por la fuerza.
- Poder utilitario o por la negociación: Que se basa en el hecho de que uno puede hacer algo por otro a cambio de que el otro haga algo por uno: es el hacer algo por alguien. Conjuntamente decidimos qué es justo y llegamos a un acuerdo: les dejamos ver TV a nuestros hijos cuando se portan bien, pagamos por una trabajo que alguien nos hace o damos una compensación por buenos resultados. La mayoría de las interrelaciones entre adultos recaen en esta categoría: funciona, nos permite obtener resultados de corto plazo, pero desaparece cuando el otro ya no tiene aquello que yo deseo y viceversa. Está centrado en la independencia que cada persona tiene y en el hecho de que cada una busca su propio interés personal.
- Poder centrado en principios: Esta forma de poder está cimentada en cómo otros nos honran y cómo nosotros honramos a los demás. Conduce a relaciones de largo plazo, que perduran inclusive más allá de la propia existencia de la persona que influyó sobre nosotros. Recordemos a aquellas personas que dejaron una huella significativa en nuestras vidas, que recordamos de manera especial porque nos hicieron sentir distintos, nos mostraron una serie de actitudes intachables, nos trataron con respecto y cariño: nuestros padres, algún profesor del colegio, algún amigo o jefe, la pareja. Cuando las personas se honran entre ellas, hay una confianza especial que lleva a una sinergia, a una interdependencia y a un respeto profundo. Ambas personas toman decisiones sobre la base de lo que es correcto, lo que es mejor y lo que realmente vale. Existe control, al igual que en las dos formas de poder anteriores, pero es un control interno: es auto control. El poder centrado en principios exige un comportamiento ético porque los seguidores se sienten libres de escoger sobre la base de lo que más quieren, de lo que quieren en el largo plazo en lugar de aquello que quieren en ese momento.
En un mundo gobernado por la velocidad del cambio y la competencia, la creatividad -que representa sólo uno de los seis principios fundamentales del liderazgo- es necesaria, pero no es suficiente.
El liderazgo carente de los principios fundamentales de integridad, respeto, dignidad, de vivir con honor y de establecer una visión común, no es legítimo. Para lograr un liderazgo que perdure tenemos que analizar si realmente hemos internalizado aquellas actitudes interpersonales de profunda preocupación por el otro, de respeto, de comunicación y, sobre todo, de servicio a los demás. Es el poder y el liderazgo centrado en principios el que, además de generar cambios de actitud profundos y de largo plazo en las personas, creará una lealtad hacia los productos y servicios que nuestra empresa ofrezca en el mercado. Se creará una lealtad hacia la filosofía de servicio y respeto y hacia las personas que la compartan más que al producto o servicio en sí mismo. Esto acarreará consigo el liderazgo y también las utilidades que todos deseamos tener a nivel empresarial.
Fernando Gil Sanguineti, Coach.
Socio-Fundador de Jamming Perú – Presidente, Asociación Peruana de Coaching (APCO)